lunes, 9 de noviembre de 2009

EVENTO COMENTADO: 100 Años de manifiesto futurista: una presentación de dimensiones planetarias

En esta ocasión pude ser un espectador del evento ELECTRO RUMORI: una presentación realizada por miembros de la Facultad de Comunicación y Artes Contemporáneas de la USFQ, entre ellos el decano Hugo Burgos y el VJ Juan Zabala. El evento fue realizado en el planetario, el Instituo Geográfico Militar, y contó con la asistencia de gente perteneciente a la universidad y también terceros de todas las edades, pues fue un evento bastante difundido.

La temática principal del evento fue el futurismo expresado en toda su magnitud. Para ello se realizó una serie de proyecciones visuales acompañadas por música de diferentes artistas, entre ellos inclusive el decano de COCOA. Tanto la música como la parte visual fueron aspetos impresionantes de esta especie de "concierto visual" que transportó a los espectadores a mundos y tiempos distintos.

La parte visual, por un lado, se destacaba por su fuerza. Absolutamente repetitiva, manejada con colores chillones y amenazantes, formada de transiciones poderosas y hasta cierto punto desorientadoras, y visualmente impactante al mostrarnos temas de gran dureza, esta serie de videos e imágenes se desplegaba ante los observadores golpeando sus sentidos e incluso llevando al trance a sus pensamientos.

El tema más interesante de la parte visual, en mi opinión, fue el referente a las corridas de toros como un acto inhumano y reprochable. Para esto, en el estilo que acabo de describir, los artistas mostraron imágenes que llegaban al alma: toros sangrando, toros siendo atacados, toros muriendo. Las mismas imágenes una y otra vez, rojas, chillonas y dolorosas, y mostradas en pantallas que rodeaban a los espectadores gracias a la estructura circular del planetario. Muchas de las imágenes todavía siguen grabadas en mi memoria, y no sin razón, pues se usaron muchos recursos interesantes, como la repetición, la magnitud y la intensidad, para lograr que tanto yo como todos los espectadores tatuemos en nuestros cerebros lo visto aquella noche. Por supuesto que fue futurista el estilo, en todo sentido de la palabra, pues al manejar secuencias repetidas con intervalos de tiempo mecánicos y con transiciones duras y mecánicas, esta presentación artística era lo más parecido a una máquina: veloz, inconsciente, cerrada, fría.

No se puede hablar de la imagen, en este caso, si no se le acompaña con un comentario sobre la música futurista que acompañó la presentación. Y puede resultar difícil clasificar a lo escuchado esa noche como música, pues no se trataba de melodías con estructura y sentido; ni siquiera se puede decir que estas piezas sonoras tuvieran al menos inicio y final definidos. Y es que, en los oídos de los asistentes, una y otra vez, retumbaban las percusiones, los instrumentos de metal, los sintetizadores y demás instrumentación mecánica e inclusive virtual. Nada natural, todo mediante la máquina. No pudo ser mejor la representación del futurismo, y no pudo haber, tampoco, mejor acompañamiento para las imágenes mostradas, totalmente creadas en el mismo estilo artístico.

Para muchas personas no resultó sencillo ver esta presentación, pues salía de todo lo convencional e invitaba a los espectadores a entrar a un mundo distinto e innovador, y es justamente por eso que considero a esta presentación extremadamente valiosa: porque nos permitió, al menos por esa noche, salir de lo ordinario y explorar un universo desconocido.

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