domingo, 6 de septiembre de 2009

2001: A Space Odyssey (Stanley Kubrick, 1968)

Muchos críticos han señalado a 2001 como una de las películas pioneras del género de ciencia ficción. Si bien uno de los mayores méritos de esta obra es su parte visual y artística, pues sus efectos especiales son realmente revolucionarios para la década de los 60, el valor real de este film está fundamentalmente en las referencias que hace al proceso de evolución humana que avanza a la par de la historia del hombre.

La introducción de 2001 nos lleva muy atrás en el pasado, directamente a la era en la cual los humanos primitivos, meros primates en desarrollo, empiezan a descubrir el mundo que los rodea. Gracias al impulso que el misterioso monolito da a la conciencia humana primitiva, estos hombres simios aprenden, entre otras cosas, a usar herramientas para su beneficio. El autor de 2001 deja en claro en este punto de la película un aspecto muy importante: que el valor de la evolución humana no se centra en el aspecto físico, pues el hombre es una de las criaturas más débiles de la naturaleza cuando se habla de supervivencia de campo, sino que el verdadero desarrollo que le ha permitido al hombre avanzar hasta nuestros días se encuentra en su mente, en su conciencia del mundo, en su inteligencia y en su aprovechamiento del entorno exterior. El hombre aprendió a mover al mundo en su beneficio, y a ejercitar su mente para volverla más elevada cada vez.


Avanzando en la película, viajamos muy adelante en el futuro, hacia el año 1999, época en la cual nos encontramos con un mundo humano más desarrollado, lleno de tecnología útil y avanzada, pero también con nuevos problemas, entre ellos cierta epidemia localizada en una importante base estadounidense. En medio de esta realidad, el Dr. Heywood Floyd se dirige hacia la luna con un objetivo: investigar un misterioso monolito octoédrico que al parecer proviene de fuentes extraterrestres. El mensaje del autor en esta parte de la película se puede interpretar como una alegoría a lo complicado que es para el ser humano el proceso de la evolución, pues al mismo tiempo que desarrolla “herramientas” que facilitan su vida al máximo, también se enfrenta a nuevos retos, y todo esto proviene del desarrollo de su mente. Una vez más, el monolito hace las veces de un espectador silencioso que lo observa todo, y que parece reportar el avance de los seres humanos a una raza superior.

Ya llegando a la tercera parte del argumento, nos encontramos con un drama fundamental de la existencia humana: el hombre contra la máquina. HAL 9000, la supercomputadora que supervisa a los astronautas que viajan a Júpiter, de pronto se vuelve contra ellos y trata de eliminarlos a todos al considerarlos imperfectos. Es muy fácil identificarnos con ésta parte de la película tomando en cuenta la época en la que vivimos: muchos de los inventos y desarrollos tecnológicos a los que hemos llegado se han vuelto contra nosotros, destruyendo nuestros recursos naturales y amenazando inclusive con nuestra existencia. El hombre, en su carrera por la evolución, ha olvidado devolverle al mundo lo que toma de él y se ha concentrado sólo en su propio beneficio. Fruto de esto, desarrolla máquinas súperavanzadas que escapan de su control y que se vuelven un verdadero peligro para la humanidad.

El pronóstico de Kubrick es positivo pese a lo anterior, y es por ello que uno de los tripulantes de la nave, David Bowman, vence a la máquina para continuar con su viaje, el cual lo lleva a experimentar un nuevo nacimiento como el “niño de las estrellas”.



En ésta parte final se puede decir que el mensaje de la película es directo: aunque a que la vida humana sea transitoria y se extinga como si fuera una gota en el mar que es la vida del universo, la especie humana sigue adelante, naciendo y muriendo y naciendo otra vez, y es por ello que las acciones de cada generación deben hacerse teniendo en cuenta que los humanos que nos precederán seguirán el ejemplo de los anteriores, y que por ello pese a nuestra naturaleza transitoria nuestros actos siguen siendo importantes para el universo, nuestro planeta y el resto de las especies.



Un comentario de David Escobar





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